© Guillermo Asián
Quizá la más querida
Julio Cortázar.
Me diste la intemperie,
la leve sombra de tu mano
pasando por mi cara.
Me diste el frío, la distancia,
el amargo café de medianoche
entre mesas vacías.
Preludio a un texto en prosa
Julio Cortázar.
Venir de alguna parte que no es parte de ninguna, del cuarto lado de ese triángulo que forman las dos cervezas y la chica rubia, en este pub de Chelsea. Simplemente: queremos tanto a Glenda.
Las papas fritas huelen a pescado y el pescado no huele: esquives y situaciones, estas líneas, el barman pelirrojo y los Pink Floyd, cada cosa desplaza lo vecino, lo empuja a pulirse y brillar como el niño que brota de mujer. Pero no hay como, aquí: las cosas son lo que son porque son otras.
Sólo sé que respiro, y que queremos tanto a Glenda.
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miércoles, 22 de noviembre de 2017
martes, 13 de junio de 2017
MI perro en la pared
© Guillermo Asián.
"La grandeza de una nación y su progreso moral puede ser juzgado por la forma en que sus animales son tratados."
Gandhi.
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"La grandeza de una nación y su progreso moral puede ser juzgado por la forma en que sus animales son tratados."
Gandhi.
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Cada mes de febrero, con el fin de la temporada de caza, las protectoras y refugios desbordan todas sus previsiones debido al abandono masivo de perros usados en cacerías. Estos animales han sufrido en multitud de ocasiones unas condiciones de vida lamentables y, tras dejar de ser útiles al cazador, miles de ellos son abandonados.
En España hay registrados más de 190.000 galgueros que utilizan galgos y podencos en una modalidad de caza que solamente está permitida en España , mientras que en países como Alemania, Bélgica, Escocia o Reino Unido ya ha sido prohibida. La caza con galgo es la única modalidad en la que el perro persigue a la presa y le da muerte. Para poder desarrollar este tipo de cacería los galgos deben ser sometidos a durísimos entrenamientos de resistencia y fortaleza. Los perros son atados a vehículos a motor durante horas para probar su resistencia física, en muchos casos hasta la extenuación. No es inusual que estos animales sufran accidentes en los entrenamientos con un desenlace trágico.
La vida “útil” de los galgos para cazar es de unos dos años. Cuando el animal ya no es apto para la cacería, a menudo es abandonado a su suerte y en el peor de los casos asesinado de una manera atroz: ahorcados en árboles, matados a tiros o arrojados a un pozo. Tras una miserable vida de maltrato y miedo el final de estos animales denota un ensañamiento brutal al dejar de ser útiles a los galgueros.

Mi querido Zappa, preocupado por la situación.
Relajado en el campo.
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