martes, 26 de noviembre de 2013

Retrato de Taluna

                                                       Foto: © Guillermo Asián

"Tiene que quererme así, no voy a cambiar. Soy fuerte y puedo intimidar porque  amarme sin desfallecer es complicado"
Eso dijo...

lunes, 11 de noviembre de 2013

Le foulard

                   © Guillermo Asián  (22/10/2013)

                   When day is done - Stephane Grappelli
                   http://go4.es/0cb5

En el agua...

                 Foto © Guillermo Asián

Zapatos de tacón alto

              Carlos Suárez, diseñador de zapatos.  Foto © Guillermo Asián


Zapatos de tacón alto.
Por generaciones han sido el símbolo de la feminidad y el glamour. Sin embargo, un par de zapatos con tacones fue alguna vez un accesorio esencial y exclusivo para hombres. Hermoso, provocativo y sexy, el tacón alto quizás represente eso y más, pero incluso sus más fervientes seguidores no pueden argumentar que son prácticos. No son buenos para caminar o para conducir. Se quedan atascados en rendijas. Las mujeres con tacones tienen que permanecer lejos del césped, del hielo, de las aceras de ladrillos y del mármol pulido. Además, no son cómodos. Casi se puede decir que no fueron diseñados para caminar. Es más, originalmente no fueron hechos para eso.
"Los zapatos de tacón fueron usados por siglos en el Medio Oriente como el calzado para los jinetes", asegura Elizabeth Semmelhack del Museo Bata Sho, en Toronto.
Una buena equitación era esencial en los estilos de combate en Persia. "Cuando los soldados se aferraban a sus estribos, el tacón ayudaba a sujetarse al caballo y así poder disparar sus flechas con más precisión", dice Semmelhack.

Zapato de tacón

Zapato persa del siglo XVII.
Al final del siglo XVI, el Shah Abbas I tenía la caballería más grande del mundo. El monarca deseaba establecer lazos con gobernantes en Europa Occidental con el fin de tener aliados a la hora de enfrentar a su mayor enemigo, el Imperio Otomano. De esta manera, en 1599 Abbas envió su primera misión diplomática a Europa, específicamente a las cortes de Rusia, Noruega, Alemania y España.

El tacón en Europa

Una ola de interés en todo lo que tenía que ver con Persia inundó entonces Europa Occidental. Los zapatos al estilo persa fueron adoptados con mucho entusiasmo por aristócratas que buscaron tener una apariencia viril, una masculinidad que de repente sólo podía alcanzarse calzando zapatos de tacón.
Cuando los zapatos de tacón llegaron a las clases más bajas, la aristocracia respondió aumentando dramáticamente la altura de sus zapatos, con lo que nació entonces el zapato de tacón alto.


Luis XIV.
Luis XIV calzando sus distintivos tacones rojos.
En las calles empedradas y llenas de barro de la Europa del siglo XVII estos nuevos zapatos no tenían ningún valor, pero ese era justamente el punto. "Una de las mejores maneras de tener estatus social era a través de costumbres no prácticas", dice Semmelhack, agregando que la clase alta siempre usó ropa poco práctica, incómoda y lujosa para anunciar su estatus privilegiado.
"No eran la clase trabajadora y no tenían que caminar muy lejos".
Cuando hablamos de los más notables coleccionistas de zapatos de la historia, la Imelda Marcos de esos días era indiscutiblemente Luis XIV de Francia.
Para ser un gran rey, era muy bajo. Sólo 1,63 metros de altura. Mejoraba su altura agregando 10 centímetros con sus zapatos de tacones, muchas veces decorados con escenas de batallas.
Los tacones y las suelas siempre eran de color rojo, el teñido era caro y representaba un tono marcial. La moda rápidamente pasó a la Gran Bretaña y al rey Carlos II de Inglaterra en su coronación en 1661 se le representa calzando un enorme par de color rojo, con tacones estilo francés pese a que él medía 1,85 metros sin ellos.
En la década de 1670, Luis XIV firmó un edicto donde solo los miembros de su corte podían calzar zapatos con tacones rojos. Pero en la práctica, la alta sociedad calzaba zapatos de tacón no autorizados e imitaciones.
Pese a que los hombres europeos fueron los primeros que sintieron atracción por los tacones, debido a su conexión con Persia y a la masculinidad que eso generaba. Las mujeres pronto quisieron adoptar este elemento del vestuario de los hombres, e hicieron que rápidamente se extendiera entre ellas y los niños.

La moda llega a las mujeres

"En la década de 1630 tenías a mujeres con el pelo corto y charreteras", afirma Semmelhack.
"Fumaban pipa y llevaban sombreros que tenían diseños muy masculinos. Es por esta razón que adoptaron los zapatos de tacón en un esfuerzo por masculinizar su vestuario".
Desde ese momento la clase alta europea adoptó una moda de zapatos unisex hasta el final del siglo XVII, cuando las cosas comenzaron a cambiar otra vez. "En ese momento comienzas a ver un cambio en los tacones", indica Helen Persson, curadora en el Museo de Alberto y Victoria de Londres.
"Los hombres comenzaron a usar tacones más cuadrados, robustos y bajos, mientras que los de las mujeres eran más finos y curvos".

Tacones
Las suelas rojas vuelven.
La zona de los dedos en los zapatos de las mujeres estaba cubierta en la mayoría de los casos, por lo que cuando aparecían debajo de la falda, los pies lucían pequeños y delicados.
Años después cuando explotó el movimiento intelectual de la Ilustración, llegó un nuevo respeto por lo racional y lo utilitario y un énfasis más importante en la educación que en los privilegios. La moda masculina giró hacia una ropa más práctica. En Inglaterra, la aristocracia comenzó a vestir ropa sencilla vinculada al trabajo. Fue el inicio de lo que ha sido denominado como la Renuncia del Gran Macho, lo que se tradujo en el abandono del uso de joyas, colores brillantes y telas ostentosas. Se popularizaba una moda de colores oscuros, sobrios y homogéneos. La ropa de los hombres no funcionaba ya para definir una clase social y cuando estas fronteras entre clases comenzaron a ser más tenues en lo que respecta a la moda, las diferencias entre los sexos comenzaron a ser más pronunciadas. "Comenzó la discusión sobre cómo los hombres, independientemente de su clase, podían convertirse en ciudadanos a través de la educación", explica Semmelhack.
"Las mujeres, en contraste, eran vistas más emocionales, sentimentales y poco educadas. El deseo femenino comenzó a construirse en términos de moda irracional y los tacones altos -una vez separados de su función en la equitación- se convirtieron en un ejemplo típico de la moda poco práctica".
Los tacones altos eran vistos como tontos y afeminados. Para 1740 los hombres ya habían dejado de usarlos.

En el momento en que los tacones volvieron usarse en la mitad del siglo XIX, la fotografía comenzó a cambiar la manera en que la moda y la mujer se veía a sí misma. Los que trabajaban en la pornografía fueron los primeros en usar la nueva tecnología, tomando fotos de mujeres desnudas para postales, donde las modelos posaban en posiciones que recordaban a los desnudos clásicos, pero calzando tacones altos de la edad moderna.
Elizabeth Semmelhack cree que esta asociación con la pornografía convirtió a los tacones altos en accesorios eróticos para las mujeres. En la década de 1960 regresó el tacón bajo a las botas, y en los 70 los hombres lucieron zapatos de plataforma. La época en la que el sexo masculino caminaba de puntillas parece haber quedado atrás. ¿Regresaremos a esa era en la que calzaban tacones altos de colores? "Absolutamente", asegura Semmelhack.
Dice que no hay razón que frene que los tacones altos adquieran nuevos significados. Pero asevera que para que eso ocurra, primero debe darse una verdadera igualdad de géneros.


Charo Pascual

                                                                                Foto: © Guillermo Asián

Charo Pascual

....la ex presentadora de los espacios meteorológicos de TVE, ha ingresado en un convento de Londres con el objetivo de llevar una vida espiritual durante los próximos años y tras sentirse "harta de todo" y fracasar en su intento de ir a Somalia con ayuda humanitaria. Pascual asegura que se va a un convento de monjas porque "la vida no me gusta, no hay nada que me estimule, no encuentro el amor, no encuentro absolutamente nada que justifique mi vida terrena". Así lo confiesa en una entrevista que publica esta semana la revista Lecturas, y en la que Charo Pascual revela que, a pesar de que para residir en el convento tendrá que pagar, está decidida a vivir allí con los miserables y comer gachas todos los días. "¡Lo que es la vida!", afirma. "Antes desayunaba ostras y ahora las he cambiado por las gachas. Las ostras me encantaban y las gachas me ponen triste". Pascual, que publicó el pasado año el libro Sedúceme otra vez, sobre las relaciones amorosas, y que, según revela, 'Túe como mi último grito" de socorro, dice que en el convento piensa dedicarse "a pensar. Me llevo un montón de libros de filosofía, de san Juan de la Cruz". La mujer del tiempo añade que ha elegido un convento inglés porque "en Londres no me conoce nadie", y así nadie la molestará, y, por otra parte, "la cultura inglesa es la más sensata y ' la que menos hiere", frente a la latina, que "me pone de los nervios". Charo Pascual, que se considera una persona muy espiritual, dice que ha dimitido de su trabajo en Radio Naciónal de España, del programa que realizaba con Constantino Romero.

Archivo del periódico "El País". 16 de enero de 1993