miércoles, 27 de julio de 2011

Robar sin dejar rastro

 
Ser un codicioso amante vocacional del dinero, aprovechando la maquinaria capitalista que premia a los que más producen, aún en detrimento del bienestar general y de sus muchos esclavos, tiene sus compensaciones para los discípulos aventajados de las escuelas más reaccionarias y competitivas.
Se mueven a sus anchas entre los ahorros de los trabajadores maltratados por un sistema despiadado,  y gracias a los conocimientos de la usura de alto nivel.
Manejan información privilegiada y no sienten ni un ápice de vergüenza por ser los que más beneficios atesoran, aunque no muevan un maldito dedo por los que sufren y malviven, aumentando, si es preciso, los costos de productos de primera necesidad moviendo los hilos de los mercados siempre en beneficio propio... Sin pestañear.
Son la peste que maneja los medios de comunicación y la publicidad. Son los arteros artífices de las dulces imposiciones maquilladas de "medidas de urgencia". Son los paternalistas conductores de los pueblos desinformados e incultos. Son la podredumbre vestida de oro que pisa suelos de sangre, derramada en pro del progreso y de sus combustibles. Son la mentira reiterada con mueca de payaso triste. Son la hez bien camuflada con perfume de Chanel. Son los hijos de los lobos que, generación tras generación, inculcan los "valores" del poder impuesto con una sonrisa forzada.
Son los charlatanes con calculadora, que roban, manipulan, asesinan, destruyen y no sienten remordimientos. Pero eso sí, siempre con buen traje, pelo corto y zapatos oscuros... Que la gente les observa en su espectáculo mediático,  y aún manejan la opinión de los "despistados" a fuerza de "buena presencia".
Son los hijos predilectos de las mejores universidades, formados con masters pagados a fuerza de talonario y educación de marca. Son los herederos de las grandes fortunas, que viven en un planeta prestado donde la mayoría duerme al caer el sol, exhausta y sin fuerzas para rebelarse.
A estos hijos de la gran fortuna les deseo vivir con intensidad la miseria de los deprimidos, la tristeza sin fin de los desafortunados, violados y olvidados, agonizantes perpetuos en suelos yermos inundados de guerras y muerte.
Malditos sean todos ellos, rastreros, los nuevos caballeros feudales del siglo XXI, los fascistas modernos de oficina móvil, agazapados tras sus protegidos agentes sociales, los políticos.
No será fácil arrebatarles para la mayoría su desproporcionada porción de la tarta, pues poseen uñas de acero construidas con armas terribles. Responderán con la dureza propia de los señores de la muerte, descubriendo su cara más oculta. Propagar el miedo es su estrategia única.
Pero no dudéis: caerán.
Ya se observan sus primeros tropiezos.  Cometerán el error de siempre, debido a su inmensa ambición. Su talón de Aquiles infravalora el poder de la mayoría descontenta. Una vez más, en un momento históricamente convulso, estos sátrapas despóticos se enfrentan a un nuevo tipo de revolución silenciosa, a un nuevo rizo de estocada nunca antes realizado. Estos fervientes defensores de la desigualdad subestiman la voluntad de los pisados, vomitados, perseguidos, encarcelados, desmembrados y ajusticiados. Estos mareagüisquis apoltronados tras cristales antibala, que reposan henchidos de seguridad al final de la jornada entre brazos sumisos y en venta, no han previsto lo imprevisible...
El germen del descontento se extiende sin miedo al dolor, aumentando exponencialmente, paralelo al derrumbe de un sistema sin futuro que ya no satisface al esclavo "afortunado" de occidente.

viernes, 15 de julio de 2011

David Bailey











Photographer: David Bailey
Model: Abbey Lee Kershaw, Susie Bick
David Bailey nació el 2 de enero de 1938 (Leytonstone, Londres). Su padre, Herbert, era cortador de sastre. Una no diagnosticada dislexia hizo que sus estudios fueran difíciles. Entonces, Bailey desarrolló un amor por la historia natural, y esto lo llevó a la fotografía. A los quince años abandona los estudios y se hace repartidor de correos. Es por esta época cuando se compra su primera cámara, una Rolleiflex. Se formó en la fotografía como autodidacta, antes de servir en la Fuerza Aérea Real de Malasia en 1957.




En 1959 se convirtió en asistente de fotografía en el estudio de John French, antes de ser contratado como fotógrafo de moda de Vogue en 1960.



Junto con Terence Donovan y Brian Duffy, ayudó a crear la "Swinging London' de la década de 1960: una cultura de la alta costura y celebridades chic. Los tres fotógrafos se codeaban con actores, músicos y demás personajes públicos, de esta forma se encontraron elevados al estatus de celebridad.



De la supermodelo Jean Shrimpton, Bailey dijo:
" Ella era la magia y la cámara también la quería. En cierto modo, era la modelo más barata del mundo, sólo era necesario disparar medio rollo de película y ya lo tenías. Tenía el don de situarse en el lugar correcto, ella sabía dónde estaba la luz, no era más que natural".


Bailey ha estado casado cuatro veces: en 1960 con Rosemary Bramble; en 1965 con la actriz Catherine Deneuve (divorciados en 1972); en 1975 con la modelo Marie Helvin, y en 1986 con la modelo Catherine Dyer,  con quien sigue casado. Amante del arte, adora a Picasso.



David Bailey afirma "adorar" a las mujeres, como demuestra, entre otras cosas, el hecho de que vaya ya por su cuarto matrimonio, pero prefiere a los hombres como modelos cuando se trata de fotografiar desnudos.
"El cuerpo del varón es más hermoso, porque tiene una línea más elegante", explica Bailey, que ha retratado a todo tipo de personajes famosos, desde los Beatles, Peter Sellers o Brigitte Bardot, hasta Lady Di o el pintor Francis Bacon.
En declaraciones al Daily Telegraph, el famoso fotógrafo británico, de 73 años, afirma que por dos millones de libras fotografiaría "aunque fuera a Stalin o a Hitler" porque, dice, "no soy un filósofo moral".
"Se me acusa de ser comercial, pero no lo soy más que el 90 por ciento de los pintores renacentistas, que sólo hacían publicidad para el Vaticano", explica Bailey, que ha recibido el encargo de fotografiar al líder conservador británico David Cameron para la edición americana de la revista "Vanity Fair".
Preguntado si le gustaría fotografiar a los dos nietos de la reina Isabel II, los príncipes Guillermo y Enrique, Bailey responde: "No son precisamente Bob Dylan. Las personas tienen que haber hecho algo" para que él las fotografíe.
Bailey, que estuvo casado con la bella actriz Catherine Deneuve y a quien se le atribuyen muchos otros romances, critica lo que califica de "adicción al sexo actual".
"¿Se trata sólo de acostarse con mucha gente? -comenta en tono crítico- Creo que a Tiger Woods le gustaba eso. Y, a decir verdad, creo que lo hacen ahora también muchas chicas, tal vez incluso más que los hombres. En los años sesenta, uno tardaba de tres a seis meses en llevarse a una muchacha a la cama, ahora sólo se tardan de tres a seis minutos", dice.



Bailey ha expresado su hartazgo del tipo de modelos que se busca hoy, que parecen androides o maniquíes de escaparate, según declara en una entrevista en The Times.
"Las retocan tanto que no parecen reales. No son interesantes. Y es imposible también saber quién es el autor de la fotografía. Antes sí era posible. Las fotos tenían personalidad".
"Antes se podía distinguir a una mujer fotografiada por Helmut, Newton, Cecil, Beaton o por quien fuera. "Una mujer Bailey tiene un aire muy distintivo. Es una mujer de carne y hueso, una mujer sexual", afirma.
Bailey, que inspiró al cineasta italiano Michelangelo Antonioni el personaje que interpretó David Hemmings en la película "Blow up", de1966, no ha dejado de trabajar desde entonces.
Sigue colaborando con el grupo editorial Condé Nast, sobre todo para las revistas Vogue, Vanity Fair y GQ, y ha publicado cuatro libros en los tres últimos años, a los que se sumarán pronto otros seis.
El fotógrafo reconoce, por otro lado, que los dos primeros fotógrafos de moda o directores de arte que le contrataron se fijaron en él porque eran homosexuales.
"Si no fuese por ellos, yo seguiría hoy conduciendo un autobús", afirma.

Via: Papermode

domingo, 10 de julio de 2011

El último taller del curso...

Ha sido un curso académico cargado de trabajo, y en consecuencia de resultados positivos.

Las inscripciones realizadas en los talleres que imparto han sobrepasado mis expectativas. Es por ello que debo agradecer la confianza que habéis depositado en mí todos los inscritos/as. Ha sido un placer conocer a tanta gente y tan buena, y con actitudes creativas que sobrepasan todo lo esperado.


A partir de septiembre comienza un nuevo curso, y es entonces cuando planificaremos y daremos a conocer la nueva programación de talleres, dirigida esta vez con más interés a la fotografía de autor, pero sin descuidar la fotografía editorial. El año próximo se aventura complejo en el entorno social, político y económico. A pesar de ello mi actitud será como la de este año: inasequible al desaliento. Si el próximo curso conseguimos acabarlo con "los deberes" hechos, será otro premio al esfuerzo.

Por supuesto que continuaremos con los talleres que hemos disfrutado en la idílica casa del Valle del Sueve, en Asturias, donde la capacidad demostrada por algunos participantes ha sido relevante. Este curso pasado hemos viajado a Sevilla, Cáceres, Zaragoza, Asturias y León, estableciendo compromisos firmes con Castellón, Valencia, Coruña y Granada. El próximo curso repetiremos en las zonas de Andalucía, Extremadura, Cataluña, Asturias, La Rioja y El País Vasco, regiones todas ellas en las que hemos estrechado vínculos profesionales con nuevos amigos.

Doy paso testimonial con este flyer, puesto que ya está el cupo lleno, al último taller de la temporada. Será en Madrid, los días 15 y 16 de julio. Allí estaremos dos días, amarrados a la luz como si fuera una tabla de salvación.

Seguiré por aquí. Ya sabéis dónde encontrarme. Espero que el círculo crezca y sigamos compartiendo buenos ratos a la vez que llevamos a cabo nuestros proyectos, como el centro para el intercambio de ideas y exhibición de obra fotográfica, en el que estoy trabajando para involucrar a otros locos/as por la imagen.

Feliz verano :-)
Nos vemos en septiembre...

Beach Boys. Fun fun fun

miércoles, 6 de julio de 2011

No hay ideas originales, hay gente con talento...

Procesando...


A veces converso con calma, y unos vasos llenos de verano, en compañía de un buen amigo aficionado a la tertulia. Hace unos días hablábamos de la tendencia de algunos artistas al abandono, cuando en pleno proceso creativo rechazan buenas ideas si constatan que otros están trabajando en procesos similares. Muchos aseguran que las ideas mueren prematuramente si se guardan en el cajón de los proyectos; incluso aventuran de manera derrotista que “muy probablemente ya esté alguien trabajando en algo similar...” Y lo dejan.

En mi opinión es un error monumental.
El proceso de ensamblaje de las ideas es el trabajo más gratificante que conozco. Aún sin conocer el resultado, el camino se hace especialmente grato cuando la improvisación nos brinda nuevas posibilidades.
En fotografía controlada suelo mover todos los puntos de luz de una escena y construir nuevos esquemas de iluminación, sólo por experimentar. Por ejemplo en el estudio, después de situar una ventana para captar la escena con luz difusa y posicionar un fresnel como luz de recorte, altero el proceso añadiendo un par de fuentes de tungsteno practicando una exposición algo más larga, desconectando paralelamente las luces de modelado de los flashes. Los resultados, como sabéis, son espectaculares. 


La superposición de  filtros de color en las fuentes de luz puede enfatizar de manera asombrosa determinadas escenas. En este proceso de “manchado daliniano”, “el lienzo” resultante de la imagen digital es la sorpresa y el resultado de la investigación.

En blanco y negro no sigo el mismo sistema de trabajo. Me gusta el contraste propio del cine expresionista alemán, acentuado en los años setenta y ochenta del siglo XX con la utilización de películas como el TX de Kodak, sobre todo en los forzados más extremos. La influencia del cine en mi trabajo es muy alta, en ocasiones muy  por encima de los maestros pictorialistas e incluso de los grandes de la fotografía de la segunda mitad del siglo XX, a los que respeto enormemente.
Filmes como “La ley del silencio” o “Pánico en las calles”, que gracias a los procesos de revelado de la época proporcionaban zonas amplias de umbría, me fascinan.
Las fotos que realizo desde hace un par de décadas son el resultado de cruzar los grises de “Metrópolis”, de Fritz Lang, y los del “Gabinete del Dr. Caligari”, de Robert Wiene
Mi apreciada contertulia en Facebook, Elvira, define estas imágenes como "terroríficas y tripantes", pero cinematográficas. Es una manera  perfecta de definirlo. A mí me vale. Me gusta. El resultado cada vez me emociona más, por mucho que parezca una vuelta al mundo de Ortiz Echagüe o a las sombras de Eugene Smith. 
Eso es precisamente lo que me apasiona del proceso: la impresión por medios no destructivos de un original muy contrastado pero con grises en zonas altas, prácticamente acabado en la toma.


He visto varias veces “La Notte”, “Baby Doll”, o las más modernas  “Rumble Fish” y “Tetro”, de Coppola. Cualquiera de esas películas explora el contraste en una gama similar. Es una forma prodigiosa de conseguir emociones a través del claroscuro barroco, ocupando con la ausencia de "candelas" un terreno más allá de lo perceptible.

Por eso le comentaba a mi amigo, mientras brindábamos de nuevo, que despreciar una idea que ya ha sido investigada, elaborada, o en proceso de construcción, ya no es excusa para abandonarla. Es probable que muchos creativos estén ahora trabajando en proyectos similares y que los resultados se parezcan bastante; es algo que vemos a menudo en las páginas de internet, en publicidad, en galerías de arte... Pero de igual forma, de tanto en tanto, aparecen gloriosas sorpresas que no son sino la elaboración propia de un proceso, resultado de la observación y del trabajo continuado. Creo más en la voluntad que en la genialidad.

                                      Fotos   © Guillermo Asián.
Afrontar proyectos digitales en blanco y negro, obteniendo resultados propios del cine más dramático, es posible. Eso sí, los procesos se complican en imprenta, pero esto no debe detener al fotógrafo entusiasta que elabora más del 75% de su producción  con intención de exponer sus fotos en internet o en papel impreso. La calibración de monitores, enfocada al copiaje injek, ha evolucionado mucho y es enormemente sencilla. Por eso, hoy más que nunca, la emoción y la pasión están servidas a partir de una instantánea por pequeña que sea.
Sonrían... O mejor pongan esa mueca que inmortalizó a Max Schreck en Nosferatu.

¡Click!

© Guillermo Asián.
The Cabinet of Dr. Caligari. 1920
Nosferatu. 1922
Rumble Fish.1983
Tetro. 2009

viernes, 1 de julio de 2011

“Cuanto más conozco a los hombres más quiero a mi perro”. Lord Byron.

                                                 © Guillermo Asián

Cada vez hay más perros y, cuanto más avanzada es una sociedad, la estadística constata que la proporción de canes por humano es mayor. Tanto es así que en algunos países hay ya menos niños que mascotas por familia. Un perro no suele rebelarse contra sus dueños cuando alcanza la adolescencia, no hace botellón ni envenena estúpidamente su organismo. Tampoco te echa en cara tu decrepitud, ni se atrinchera en casa hasta los 35 como una ameba en el intestino. El perro nunca muerde la mano que le da de comer. Lo efímero de su ciclo vital hace que algunas personas que han querido a un animal no deseen poseer otro con tal de no sufrir su pérdida.

Es verdad que no todos los perros son de fiar. Hay razas consideradas peligrosas por ser potencialmente utilizables como armas, pero incluso en estos casos quien crea casi siempre el problema es el dueño. Ahora empieza el verano y volveremos a ver a los perros que sus amos desahuciaron reventados en el asfalto o deambulando aterrorizados por las carreteras. Es la atrocidad de todos los años. El bonito regalo que llegó en Navidad con un lazo rojo y que pasado el capricho ya no encaja en las vacaciones estivales. Aquello de que "él nunca lo haría", es auténtico. Un perro jamás te abandona, ni siquiera los apaleados lo hacen. Por fatalista que resulte hay que admitir que al menos en eso suelen ser mejores que nosotros. Tienen "la grandeza de los grandes hombres y ninguno de sus defectos", decía un sentido epitafio. El que lord Byron escribió a su perro. 

Carmelo Encinas. El perro de lord Byron