martes, 28 de noviembre de 2023

La lluvia


    ©  G. Asián.

Bruscamente la tarde se ha aclarado
porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
que sin duda sucede en el pasado.
Quien la oye caer ha recobrado
el tiempo en que la suerte venturosa
le reveló una flor llamada rosa
y el curioso color del colorado.
Esta lluvia que ciega los cristales
alegrará en perdidos arrabales
las negras uvas de una parra en cierto
patio que ya no existe. La mojada
tarde me trae la voz, la voz deseada,
de mi padre que vuelve y que no ha muerto.

Jorge Luis Borges

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sábado, 4 de noviembre de 2023

El reflejo


    © G. Asián


Los espejos.

Yo que sentí el horror de los espejos
no sólo ante el cristal impenetrable
donde acaba y empieza, inhabitable,
un imposible espacio de reflejos

sino ante el agua especular que imita
el otro azul en su profundo cielo
que a veces raya el ilusorio vuelo
del ave inversa o que un temblor agita

Y ante la superficie silenciosa
del ébano sutil cuya tersura
repite como un sueño la blancura
de un vago mármol o una vaga rosa,

Hoy, al cabo de tantos y perplejos
años de errar bajo la varia luna,
me pregunto qué azar de la fortuna
hizo que yo temiera los espejos.

Espejos de metal, enmascarado
espejo de caoba que en la bruma
de su rojo crepúsculo disfuma
ese rostro que mira y es mirado,

Infinitos los veo, elementales
ejecutores de un antiguo pacto,
multiplicar el mundo como el acto
generativo, insomnes y fatales.

Prolonga este vano mundo incierto
en su vertiginosa telaraña;
a veces en la tarde los empaña
el Hálito de un hombre que no ha muerto.

Nos acecha el cristal. Si entre las cuatro
paredes de la alcoba hay un espejo,
ya no estoy solo. Hay otro. Hay el reflejo
que arma en el alba un sigiloso teatro.

Todo acontece y nada se recuerda
en esos gabinetes cristalinos
donde, como fantásticos rabinos,
leemos los libros de derecha a izquierda.

Claudio, rey de una tarde, rey soñado,
no sintió que era un sueño hasta aquel día
en que un actor mimó su felonía
con arte silencioso, en un tablado.

Que haya sueños es raro, que haya espejos,
que el usual y gastado repertorio
de cada día incluya el ilusorio
orbe profundo que urden los reflejos.

Dios (he dado en pensar) pone un empeño
en toda esa inasible arquitectura
que edifica la luz con la tersura
del cristal y la sombra con el sueño.

Dios ha creado las noches que se arman
de sueños y las formas del espejo
para que el hombre sienta que es reflejo
y vanidad. Por eso nos alarman.

Jorge Luis Borges.

Instagram
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jueves, 2 de noviembre de 2023

Flo


 
Intentar rememorar ahora aquellos años sería una tarea complicada por la intensidad de los hechos. Revisando el cajón de los recuerdos quedan allí en el fondo las miradas, los gestos de cuantos me acompañaron en esta inquietante carrera.
Flo ha sido el Guadiana. La presencia de un recuerdo intermitente que nunca se disipa. Nos conocimos en el barrio e hicimos buenas migas en las aceras, a golpe de cerveza y música rock. Los muchachos de clase trabajadora no teníamos referentes válidos más que en la calle. Y en el seno familiar desoíamos la prudencia de los padres, también encarcelados en el juego de un desarrollo personal viciado por una educación conservadora y represiva. Corrían los años setenta y el franquismo daba sus últimos coletazos, pero aún hacía sentir su presencia alargando sus tentáculos hasta el último rincón de cada casa.
Afortunadamente todo aquello pasó y renació el optimismo gravemente golpeado. Tuvimos la oportunidad de  curar poco a poco las heridas de un pasado donde el miedo fue el protagonista principal. Flo no vivía en el barrio, pero deambulaba por él como Pedro por su casa. Venía en cualquier momento y se apuntaba a lo que fuera. En la plaza bebíamos, reíamos y mirábamos con interés a las vecinas más jóvenes. Eran las hermanas, las primas o las amigas de los que fuimos compañeros, colegas, cómplices en la huida hacia un presente que ya no será jamás un pasado de luces. Me pregunto qué habrá sido de ellas..., de ellos...

miércoles, 11 de octubre de 2023

 

             Gilbert Garcin. ‘Nada es imposible’    

              


En estas fotografías destaca la inclusión de un personaje recurrente, un alter ego del propio Gilbert previamente autorretratado (y sin intención narcisista, usaba su propia figura porque era lo que más a mano tenía) para contar historias con una sencillez y sensibilidad pocas veces vistas y que merece la pena conocer.
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Gilbert garcin nació en la villa La Ciotat, en la región de Provenza, en 1929. Durante su juventud se dedicó a un negocio de fabricación de lámparas. Comenzó su carrera artística en 1995, a los 65 años, después de participar en el festival Rencontres d'Arles, donde tomó talleres con diversos fotógrafos entre los que destaca Pascal Dolemieux.

A pesar de haber comenzado su trayectoria fotográfica a una edad avanzada, Gilbert Garcín ha publicado varios libros y ha presentado su obra en más de cien exhibiciones individuales, así como en decenas de exposiciones colectivas, en países como Francia, Grecia, Portugal, Cuba, Estados Unidos, Brasil, Canadá, Hungría, entre otros.

El trabajo fotográfico de Garcín se basó en el fotomontaje, para lo cual utiliza prioritariamente técnicas analógicas. En la mayor parte de sus fotografías aparece él mismo, y algunas veces también su esposa, como protagonista de diversas situaciones que recurrentemente hacen alusión a personajes míticos como Sísifo o Ícaro. De acuerdo con diversos críticos, entre los que destacan Christine Ollier​ y Armelle Canitrot,​ su estética remite a las imágenes del cineasta Jacques Tati y del artista surrealista René Magritte.

jueves, 25 de junio de 2020

Más que un triciclo

Foto de William Eggleston.

La vibrante impresión "Memphis (Triciclo)" de William Eggleston apareció por primera vez en público en 1976, como parte de una exposición de fotografía en color en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Al igual que muchas obras que marcan un punto de inflexión artística, se encontró con una buena cantidad de burlas: los críticos declararon banal su tema y su color saturado más adecuado a la publicidad, además de una composición imperdonablemente simplista. Sin embargo, estas objeciones también describieron el nuevo punto de vista de Eggleston y las razones por las que la imagen se convirtió en un clásico. La primera impresión de aproximadamente 30x40 cm, se vendió en subasta generando 350,000  dólares. El triciclo aparece oxidado por el uso, pero se representa aquí como lo más importante del mundo. Para hacer la fotografía, Eggleston se posicionó en un punto de vista incluso más bajo que el nivel del ojo del dueño del triciclo, para darnos una vista clara entre sus ruedas del sedán adulto estacionado en el estacionamiento al otro lado de la calle. Esta y muchas otras de las fotografías de Eggleston fueron realizadas en diapositiva Kodachrome, un medio popular de captación de instantáneas entre los aficionados a la fotografía en la segunda mitad del siglo XX. Muchas de esas imágenes describen directamente a las personas y los objetos comunes, enmarcados directamente en el centro de la fotografía. Los críticos que encontraron esta semejanza simplista en la imagen del triciclo de Eggleston, descartando el trabajo creativo y evocador,  pasaron por alto el poder paradójico de las fotografías. Las instantáneas son resortes que abren depósitos de la memoria y desatan sentimientos en las personas sensibles.  Debido a que todos tenemos recuerdos y fotografías propias, conocemos el hábito de mirarlas y de proyectarnos en los dramas y pasiones que ocultan. El color se puso a disposición del fotógrafo ordinario en los años cincuenta y sesenta; antes de eso, la fotografía se había realizado mayoritariamente en blanco y negro durante más de un siglo. Los fotógrafos que trabajaron color no solo tuvieron que dominar un nuevo medio, sino que también tuvieron que dejar a un lado a los distinguidos precedentes que los habían atraído a la fotografía. Pasarían varias décadas más antes de que desapareciera la convicción de que las fotografías serias sólo podían realizarse en blanco y negro. Eggleston, ahora con 81 años, continúa forjando un camino para los artistas que trabajan en películas en color. Un legado que comenzó con su monumental triciclo.

martes, 16 de julio de 2019

Recordando a Avedon


    © Guillermo Asián. Mon Bambú. "Mira".


El libro "In the American West" es considerado, por una gran mayoría crítica,  como un proyecto resaltable y único en la historia de la fotográfica y una expresión definitiva del poder del arte fotográfico. Publicado por primera vez por Abrams en 1985, conjuntamente con una exposición en el "Amon Carter Museum" de Fort Worth, Texas, el libro se ha reeditado para acompañar otra exposición en el mismo museo en su vigésimo aniversario.

Avedon, que murió en 2004, fue uno de los mejores fotógrafos estadounidenses de su generación. Para realizar  "In the American Wes"t, viajó durante cinco años intentando conocer y fotografiar a la gente sencilla del oeste: trabajadores de ranchos, barriadas, chicas de bares, drifters y jugadores. El libro resultante incluye 120 fotografías en blanco y negro exquisitamente impresas; es un ensayo de Avedon sobre sus métodos de trabajo y su filosofía del retrato. El libro, además, cuenta con un diario del proyecto realizado por Laura Wilson, y con un nuevo prólogo de John Rohrbach.
La reedición de este libro legendario, agotado durante más de una década, es un acontecimiento importante en el mundo de la fotografía.

En la medida que admiro profundamente el trabajo de Richard Avedon he intentado, siempre con el máximo respeto por su trabajo, realizar alguna imagen con la carga emocional del que sabe que sólo la autenticidad puede hacer vibrar a los personajes secundarios. Son esos, los personajes que nutren las páginas de "In the American West"; personajes doloridos y gastados, que como en "La senda del perdedor" de Charles Bukowski, te atrapan al momento en una suerte de historia cinematográfica, para recordarnos enseguida que la realidad es la madre de todas las historias, nos guste o no.
La fotografía que publico aquí de Mon Bambú, entronca en la medida de lo posible con la visión gráfica y limpia que Avedon derrochó al captar la atención de sus personajes. Extraer de Bambú la naturaleza de sus pensamientos, e intentar atrapar el seísmo de su mirada en un milisegundo, no es tarea fácil, pero siempre es un reto apasionante.


   
    © Richard Avedon

    "In the American West" en Amazon

martes, 9 de julio de 2019