martes, 13 de junio de 2017

MI perro en la pared

                  © Guillermo Asián.


"La grandeza de una nación y su progreso moral puede ser juzgado por la forma en que sus animales son tratados."

Gandhi.
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Cada mes de febrero, con el fin de la temporada de caza, las protectoras y refugios desbordan todas sus previsiones debido al abandono masivo de perros usados en cacerías. Estos animales han sufrido en multitud de ocasiones unas condiciones de vida lamentables y, tras dejar de ser útiles al cazador, miles de ellos son abandonados.
En España hay registrados más de 190.000 galgueros que utilizan galgos y podencos en una modalidad de caza que solamente está permitida en España , mientras que en países como Alemania, Bélgica, Escocia o Reino Unido ya ha sido prohibida. La caza con galgo es la única modalidad en la que el perro persigue a la presa y le da muerte. Para poder desarrollar este tipo de cacería los galgos deben ser sometidos a durísimos entrenamientos de resistencia y fortaleza. Los perros son atados a vehículos a motor durante horas para probar su resistencia física, en muchos casos hasta la extenuación. No es inusual que estos animales sufran accidentes en los entrenamientos con un desenlace trágico.
La vida “útil” de los galgos para cazar es de unos dos años. Cuando el animal ya no es apto para la cacería, a menudo es abandonado a su suerte y en el peor de los casos asesinado de una manera atroz: ahorcados en árboles, matados a tiros o arrojados a un pozo. Tras una miserable vida de maltrato y miedo el final de estos animales denota un ensañamiento brutal al dejar de ser útiles a los galgueros.


Mi querido Zappa, preocupado por la situación.



Relajado en el campo.

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