martes, 31 de mayo de 2011

Desde tu ventana

                 © Guillermo Asián

Desde mi ventana el mar no se ve
No se avistan islas para naufragar, porque ya no quedan, Sabina
Desde mi ventana tropieza mi vista con el ladrillo rojo, oculto tras la floresta, aún viva tras los golpes del invierno
Desde mi ventana salto en paralelo, rujo al suelo, enmudezco y lloro
Desde mi ventana veo perros grandes y chicos, veo hombres vestidos de domingo hortera y zapatos de pobreza
Desde mi ventana veo mucho o nada, depende de la cuestión, y si me animo hasta veo carros y carretas, cajas y probetas, consuelos y rarezas
Desde mi ventana veo el cielo, eso sí, de color verde, amarillo, rojo y azul
A veces veo luces en la lejanía, envueltas en tela de algodón gris y blanco
Y hasta veo lindas mujeres de piernas largas y miradas tristes
Desde mi ventana veo el futuro y los miedos, veo un arco roto y una sandalia perdida
Desde mi ventana echo a volar recuerdos y salgo a flote, levitando entre las tórtolas, los tórtolos, la primavera y la paz
Desde mi ventana cojo carrerilla y me sumerjo en el agua del pantano oscuro
Salgo, entro, subo y bajo, como un globo indeciso que vuela rozando el tiempo
Desde mi ventana veo cables y postes de madera, que fueron caminos, sendas y sudor
Desde mi ventana veo el mundo entero, la niebla, el pecado, el amor, el grito... 
Sí, los gritos se ven desde mi ventana. El sonido se ve desde mi ventana
Desde mi ventana he visto hacer el amor a una golondrina con un pavo, tal era su fuerza
Desde mi ventana yo he visto caer al suelo en el acto, fulminado, al profesor de física, en día de examen.
Escucha: desde mi ventana vi soñar despierto a un guardia de la porra, llorando de alegría al tirar su casco al suelo
A veces miro y miro, de espaldas al suelo frontal y curvado, desde mi ventana
He visto, desde mi ventana, un río indeciso llamar a mi vecina, que guisaba compota en la azotea, bailando rumba de tacón y labios rojos.
Doy una vuelta de tuerca a la nube, y salto de nuevo a la calle, sin prisas ni pausas, desde mi ventana
Hasta mi ventana llega el recitado de un verso de Neruda, la canción triste abandonada, el color de un día de fiesta
Desde mi ventana se ve el mar en días de lluvia, y flotan islas en los cristales
Desde mi ventana veo otras ventanas
Abiertas
Cerradas
Oscuras
Rotas...


El club de los poetas muertos

lunes, 30 de mayo de 2011

Te veo porque me ves

Es imperativo atrapar el momento. Darle forma escultórica en un segundo y después contemplar el mundo desde la pared. Ella deja a la casualidad esculpir un gesto, nada es preconcebido. Cada imagen es verso y en cada flash habita un infinito negro de dudas y misterio. Es elfa y se aburre en su bosque de paredes rectangulares. Sale a tomar el aire, se divierte y vuelve en una diezmilésima a su escondite. Busca el sentido de la existencia. Deambula en el claroscuro al son de tonos medios y destellos. 
Y después, la nada atraviesa el recuerdo con la lentitud de un sueño ebrio...

viernes, 27 de mayo de 2011

¿Qué es pornografía?

Hace catorce años se colgó en el Musée d’Orsay de París “El origen del mundo”,  un cuadro de Gustave Courbet que llevaba 130 años oculto.  


Durante mucho tiempo, de hecho, la tela no había sido reproducida públicamente y había permanecido sin nombre y sin título. La historia de este cuadro es una metáfora del secreto con el que se trata aquello que se considera pornográfico. Tras más de un siglo de vida vergonzante, L'origine du monde goza por fin del puesto que merece. Pero incluso bien avanzado el siglo XX seguía resultando amenazante; puede que las circunstancias de su concepción inicial, como destinado a una contemplación privada, le sean consustanciales.
Los comisarios de una gran exposición retrospectiva de Courbet realizada en París en 1977 no se atrevieron a exponerlo, a pesar de estar disponible. Sí se incluyó, en cambio, en otra similar celebrada en Nueva York en 1988. Y cuando empezó a mostrarse en el Museo de Orsay se colocó inicialmente una vigilancia especial en la sala, por temor a las reacciones del público. Todavía hoy causa asombro e incredulidad a los no iniciados. Cuando fue expuesto en Orsay, incluso el ministro de cultura francés hizo un discurso de ingreso de la tela en las colecciones nacionales, pero el mandatario evitó ser fotografiado junto al cuadro...

Es una pintura al óleo sobre lienzo, de unos 55 cm por 46 cm, que representa en primer plano un pubis femenino, el de un tronco de mujer desnudo, reclinado sobre las sábanas de un lecho y que tiene las piernas separadas. La escala, el encuadre y el punto de vista elegidos por el artista supusieron una radical novedad respecto de toda la tradición pictórica anterior, produciendo en el espectador una fuerte impresión de sensualidad y erotismo.

Aunque la representación explícita de órganos o de actos sexuales se encuentra en todos los tiempos y lugares, parece que el adjetivo “pornográfico” fue definido y difundido en nuestra cultura a finales del siglo XVIII y principios del XIX. De hecho, según los historiadores que defienden esta idea, a partir de ese momento este tipo de representaciones realistas dejan de tener carácter político (ridiculizar a nobles, sacerdotes u otros poderosos) o religioso (exaltar la fecundidad) y pasan a ser únicamente un vehículo para la excitación sexual.

Sin embargo, otros historiadores defienden la idea de que el nacimiento de la pornografía tiene mucho que ver con algo más profundo: el surgimiento de la modernidad y el afán de provocación. Muchos de los autores de novelas y grabados pornográficos eran pintores y novelistas de ideas revolucionarias. La representación explícita de la sexualidad era una forma de ser subversivos. Y su censura tiene mucho que ver con la represión de lo novedoso.
La censura, según estos investigadores, ha ido adaptándose para prohibir la pornografía a los grupos que en ese momento se consideraban susceptibles a las ideas revolucionarias. Los “escabrosos” resultados de las excavaciones de Pompeya y Herculanum fueron confinados en un museo secreto (el Museo Borbónico de Nápoles) cuyo acceso se prohibió a “mujeres, niños y pobres de ambos sexos y de todas las edades”.
Ese mismo criterio elitista se muestra en uno de los primeros intentos legales de definir lo que se debe reprimir como pornográfico. En 1868, en Gran Bretaña, con motivo del “asunto Hicklin”, el juez Corburn propone como criterio para calificar de obscena una obra que “tenga tendencia a corromper a las personas cuyo espíritu es vulnerable a las influencias morales”.



Esta hipótesis de que la censura de la pornografía va más allá de su carácter sexual explicaría que, hoy en día, los criterios sean tan diversos y parecen depender de cuestiones culturales.
Un ejemplo clásico es el análisis de la censura en el "hentai" japonés (género del manga y el anime de contenido pornográfico). Hasta 1994, la ley de ese país prohibía la representación de vello púbico. La norma se eludió representando personajes que tenían afeitada esa parte del cuerpo. Lo cual acentuó el carácter infantil de esos personajes, que ya de por sí constituía un problema para la censura euroamericana.
 Sin embargo, en Japón la ley es muy estricta con la representación de la zoofilia, algo que no está tan mal visto en Occidente… Diferentes visiones, diferentes culturas.

En cualquier caso, la representación de sexo explícito creada para excitar es, siempre, lo más visto y lo peor visto.

jueves, 26 de mayo de 2011

Katrina Bein en las páginas de Vogue


A finales de los años ochenta tuve la satisfacción de trabajar con la directiva de la ya desaparecida revista Dunia. La plana mayor, después de muchos años de realizar una de las publicaciones más vendidas entre el público femenino de los años ochenta,  migraron en bloque a  Ediciones Condé Nast, donde impregnarían de un nuevo estilo la revista Vogue, revitalizando, si cabe, su imagen en España.

Por entonces, en Dunia era director de arte Dario Zannier, un elegante italiano de exquisitos modales. Él fue el encargado de evaluar mi portfolio antes de tomar la decisión de encargarme una sesión de fotos. Después de mirarlas decidió confiarme el que sería mi primer trabajo para la editorial G+J. A partir de ese momento las fotografías en blanco y negro se sucedieron de forma regular, editándose a doble página en muchas ocasiones, y poco más tarde ilustrando las revistas de Ediciones Condé Nast.

La libertad que disfrutaba al realizar mis trabajos se vio reflejada en fotografías cargadas de contraste y cuidada composición. Las imágenes que realicé en aquellos años son un reflejo fiel de lo que puede plasmar un fotógrafo en el papel  cuando es tratado con respeto. Compartir páginas en Vogue con fotógrafos como Hors P. Horts, renovó mi mirada y me ayudó a crecer profesionalmente.

Hoy quisiera agradecer a las personas que dirigieron aquellas publicaciones, la excelente acogida que me regalaron y la oportunidad que me brindaron al depositar su confianza en mí.

Nacimiento, evolución y crisis de la prensa femenina en España

miércoles, 25 de mayo de 2011

Los "veinte" de Eli

 

Las mujeres en los años veinte, y fundamentalmente en países y medios sociales acomodados, ejercieron un impulso social que provocó cambios sustanciales, hasta el momento desconocidos con esa magnitud.
Por ejemplo, en Estados Unidos alcanzaron el legítimo derecho a votar en 1920*. El total de mujeres estudiantes universitarias subía hasta el 30 por ciento en Gran Bretaña, entre 1925-26. Esto arrojaba una cifra de estudiantes varones de 20.889, frente a un total de 8.376 mujeres.

Repasando fotografías de la época, algunas bellísimas,  he observado  que el aire somnoliento, la mirada caída y la espalda corvada eran casi  una constante. La delgadez impuesta por los modistos de la época, siempre dictadores al servicio de las clases más acomodadas, dejaba a la vista piernas largas y hombros de color marfil..
La presencia femenina se hizo cada vez más frecuente en la vida pública. Tanto es así, que en 1918 Nancy Astor alcanzó un puesto en el parlamento inglés. Fue la primera en conseguirlo. Muchos se sorprenderán al saber que en los años veinte algunas mujeres accedieron al cargo de gobernador del estado en los Estados Unidos. Escritoras como Colette en Francia, Virginia Wolf en Inglaterra, o como las norteamericanas Gertrude Stein y Dorothy Parker, alcanzaron influencia, prestigio y éxito muy notables.

En esta foto de Eli, he buscado recrear la armonía de la forma circular de la espalda, los brazos delgados y frágiles, armonizados en contrapunto con largas  y fuertes piernas, acordes con el sincopado ritmo de largas noches de vino y rosas. La atmósfera es simple: fondo neutro y una silla de enea.
La fuerza de la imagen recae en la modelo, en su forma siseante y en la acentuación del peso y los volúmenes, marcados por el tono claro de la piel. Es la presencia de una mujer segura,  a la búsqueda de una identidad independiente, venciendo el dominio machista de una sociedad aposentada aún hoy día, en costumbres viciadas que, muy lentamente y con el esfuerzo de las más valientes, van cayendo.


*En Estados Unidos algunos estados aprobaron el voto femenino en el siglo XIX, como Kansas (1838) o Wyoming (1869), hasta su consagración en la enmienda decimonona a la Constitución Americana adoptada en 1920. En Europa, los primeros en aprobar el sufragio femenino fueron Austria y Alemania, en 1848 y Suecia, en 1866. En América Latina, después de la Constitución de la Provincia de Vélez de 1853, el asunto vuelve a concretarse en el siglo XX. El primer país latinoamericano en aprobar el voto femenino fue Ecuador, en 1929, luego lo consagraron Chile (1931), Uruguay (1932), Brasil (1943), Cuba (1943), Bolivia (1938), El Salvador (1939), Panamá (1941), Guatemala (1946), Venezuela(1946), Argentina( 1947) y México (1947).

http://www.youtube.com/watch?v=87gjzMzX6ng&feature=related

martes, 24 de mayo de 2011

El reflejo

                 Foto   © Guillermo Asián



Tú, que percibes la elemental estructura
de los deseos de barro
y el latir mudo del corazón de los cristales
la geometría indeleble de las emociones
y la eterna existencia de las dudas
Dime qué plano de tu rostro yo acojo
de luces oblicuas biselado
qué manos y universos atravieso
al modelo de una síntesis efímera
por la senda del recuerdo ya oxidado.
Tú, que usas la arcilla de un dios anestesiado
que construye mundos nuevos con sus ruinas
haz de los temores punto y fuga
arrepentido alud cóncavo  y disperso  
de tu rostro atrapado en el espejo.

Guillermo Asián


lunes, 23 de mayo de 2011

La pasión no sabe esperar. Garry Winogrand

"Cuando veo una mujer atractiva, hago lo que mejor sé hacer, fotografiarla". Garry Winogrand (1928-1984), uno de los grandes fotógrafos estadounidenses, era así, directo y sincero. El "príncipe de las calles", como le apodaron sus colegas, huyó de los estudios, de los flashes, de escenarios fabricados, y eligió el contacto directo con la realidad. Su serie de retratos agrupados en la serie Women are beautiful (Las mujeres son bellas) es un testimonio directo de aquellas americanas que rompieron con los corsés y desafiaron al mundo en la década de los sesenta.

Nació y creció en el Bronx neoyorquino, se enroló fugazmente en el ejército y estudió arte en la Universidad de Columbia, pero todo pasó a un segundo plano cuando un amigo le mostró un cuarto oscuro. Fue su primera experiencia en el proceso de la fotografía. Un descubrimiento. "Nunca volví a pintar", diría después.
Transformado en un compulsivo reportero -influido por Walker Evans y sus retratos de la América profunda-, fotografiaba "las cosas para ver a qué se parecen cuando han sido fotografiadas". Expuso en tres ocasiones en el Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York, consiguió dos becas del Guggenheim y fue un excelente profesor en el Instituto de Diseño de Chicago y en la Universidad de Tejas.

En 1950, las revistas ilustradas lo invadían todo. El mercado de la posguerra demandaba fotoreporteros y la generación de Winogrand, lejos de la imagen del fotógrafo de acción y aventurero, perseguía la autenticidad. Una buena muestra es la serie de mujeres de Winogrand, propiedad de la coleccionista Lola Garrido, que por primera vez se exhibe completa en Barcelona, en la Fundación Colectania. "Inge Morath [fotógrafa y esposa del escritor Henry Miller] me aconsejó comprarla. El portfolio de 85 fotografías salió a la venta en 1984 en San Francisco; es el trabajo de muchos años por las calles de varias ciudades, Nueva York, San Francisco, Aspen... Winogrand supo retratar lo que significó el cambio de actitud de la mujer", afirma.
Las mujeres que inmortalizó Winogrand transmiten alegría de vivir, reflejan el cambio de hábitos de una sociedad a la que se incorporaron sin complejos.

Ellas se convirtieron en protagonistas. Se manifestaban con pancartas a favor del aborto, lanzaban sus sujetadores a la basura, cortaron sus faldas y trabajaron en oficios hasta entonces considerados solo de hombres. En los años de la guerra fría, una nueva generación pedía paso. John F. Kennedy llegaba a la presidencia de Estados Unidos como la gran esperanza; I want to hold your hand, de Los Beatles, escalaba el primer puesto de las listas americanas; las mujeres se enrolaban en el movimiento feminista, mostraban su cuerpo sin inhibiciones, paladeaban su libertad. Winogrand atrapó aquel goce de una conquista. "No es un reportaje", dice Garrido, "son fotos hechas al azar. Para hacer esta serie disparó más de 15.000 imágenes. Buscaba el gesto y luego editaba las fotos". Women are beautiful apareció en 1975. No tuvo mucho éxito. Fotógrafos y críticos encontraron la obra desigual, pero se convirtió en un símbolo. De una época, de una revolución. Winogrand inició este trabajo en 1960, a las puertas de la guerra de Vietnam, que marcó a fuego a la sociedad norteamericana, y la publicó en 1975, cuando cayó la ciudad de Saigón.

"No sé si todas las mujeres de las fotos son bellas, pero sí que las mujeres son bellas en las fotos", escribió Garry Winogrand en el prólogo de su libro. Aquellas guapas mujeres anónimas ni siquiera se fijaban en un hombre con una Leica de gran angular preenfocado que tomaba fotos sin mirar por el visor, sin encuadrar. Winogrand observaba, divisaba una chica guapa con buenos pechos y disparaba. Mujeres en las avenidas neoyorquinas, riendo, sonriendo, tumbadas, con una pierna levantada, en gestos que hasta entonces nunca habían sido reflejados. "Es uno de los fotógrafos que más han hecho por la liberación de la mujer", asegura Lola Garrido. "El primero que retrató a las mujeres como son de verdad".

John Szarkowski, el primer director del departamento de fotografía del MOMA, llamaba a Garry Winogrand "el principal de su época". Junto a Diane Arbus y Lee Friedlander encabezó una nueva generación de fotógrafos que pretendieron no reformar la vida, sino conocerla. Como decía el pintor Frank Stella: "todo lo que hay que ver es lo que ves". Eso es lo que hacía Winogrand con un estilo de encuadres diagonales muy cercano al expresionismo abstracto.

Winogrand oscilaba entre el optimismo y la melancolía. Su primera mujer le acusaba de egocéntrico, exigente e insensible. Lo cierto es que vivía para la fotografía. "Sentí que era mi camino y me agarré a él. Lo necesito desesperadamente y nada me ha hecho nunca apartarme de la fotografía". 1975, cuando publicó Women are beautiful, fue un mal año para él. Dejó de fumar, engordó 15 kilos, y detectaron que algo no iba bien en su tiroides. Cuando murió, en 1984, dejó en su estudio más de 300.000 rollos de películas sin revelar y miles de fotos sin clasificar. Un final digno para su gran pasión.

domingo, 22 de mayo de 2011

La madre de Carol



Desde muy pequeño yo intuía que las mujeres influirían decisivamente en mi vida.
No tenía muy claro el por qué, pero con tan sólo diez años desviaba mi atención de cualquier cosa, por muy atractiva que fuera, al ver pasar a Carol, “la francesa”.
Caminaba distraídamente ante mí, agarrada del brazo de su hermana gemela; con su “mini” roja y sus zapatos de tacón, desafiante y muy segura de sí misma. Tenía sólo doce años y era una Lolita impresionante.

Su madre era joven, rubia, delgada y se embutía en pantalones ajustados hasta la asfixia. Era el sueño de David Bailey.
Imagino que Carol y su hermana escuchaban habitualmente a Jimi Hendrix y a Jim Morrison en el tocata de su mamá. Lo que quiero decir con esto es que la madre de Carol frecuentaba la lectura, el cine y la música de los más atrevidos creadores del momento, y eso, en un barrio ocupado por intelectuales y artistas, era  alimento para una cultura abierta que espoleaba a su vez una sana sexualidad. Una mujer inquieta y culta, y, además, muy bella.
Es la descripción de un personaje interesante, pero a pesar de ello no aceleraba mi pulso. Estimulaba mi imaginación, eso sí, y resultaba enigmática y atrayente. A veces yo urdía en mi mente historias disparatadas, como que trabajaba en alguna organización secreta ejerciendo de Mata-Hari invencible; una walkiria que sorbía con pajita el cerebro de los machotes de turno, esos que pretendían beneficiársela.

Me sentía raro y algo contrariado.
¿Por qué subía mi temperatura hasta los límites del estallido cuando Carol me hablaba? Ya no lo recuerdo, pero las conversaciones debían ser tan estimulantes como una algarroba secándose al sol
-¿Has probado los chicles de fresa ácida?- Y cosas por el estilo.
Casi era preferible no encontrarla al salir a la calle. De esta forma pasaba el rato tranquilo y sin palpitaciones, jugando un rato con mis amigos lanzando piedras, o escarbando en la tierra a la búsqueda de unas lombrices. Cosas de los chicos sanos de entonces, ya sabes.

Un día noté que Carol no volvía a la calle. Y así un día, y otro... 
A veces miraba cuesta arriba, esperando a que apareciera caminando la falda roja, prendida de su cuerpo menudo.
Desapareció. Quizás se la llevaron con su familia a Francia, o tal vez su madre soltera se casó con aquel barbudo de la guitarra Gibson y se escaparon a una comuna. Quién sabe. A veces pienso, de forma un tanto literaria, que aquella ausencia repentina fue el comienzo de la nostalgia.
De lo que sí estoy seguro es que su madre despertó al observador permanente que habita en mí.

Me pregunto qué habrá sido de Carol. ¿Recordará ella sus primeros latidos incontrolados?
Allá donde esté, espero que sea una mujer feliz y libre, dueña de sí misma... como lo fue su madre.

sábado, 21 de mayo de 2011

Taluna



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La primera vez que vi a Taluna fue en un club madrileño.
Entré con un grupo de clientes habituales, amigos que en plena "subida" eufórica, decidieron  mostrarme un coto de caza reservado a iniciados. Pobre de mí.
En la entrada,  un "armario" vestido de negro con una camisa del mismo color, miraba de soslayo perdonando brevemente la vida de los que se aventuraban a cruzar el umbral. Surgen dudas respecto a la seguridad personal en lugares donde la luz roja es predominante.
Más abajo, al menos un piso, un olor dulzón invadía el ambiente y la música golpeaba el estómago con insistencia. Ruido y atmósfera densa recibieron al grupo que me llevaba al centro del placer mundano. Varias barras, con chicas moviéndose seguras tras ellas, nos daban la bienvenida.
Era difícil no fijarse en ella. Una mujer de al menos un metro ochenta centímetros de altura, subida a unos zapatos afilados como garras, movía su cuerpo con la soltura de un gato tranquilo, alzada sobre un pedestal prendido de azul, verde, amarillo, proyectando luces cambiantes en su pecho, en su cuello, en sus manos... Brevemente vestida, intensamente perfumada.
Hombres maduros y  jóvenes, acompañados por mujeres de escasas vestiduras, reían y estrechaban sus cinturas.
Ya tenía enfrente la sonrisa de una gacela nocturna, preguntando cuál sería mi elección. Jack daniel´s.
Mis amigos se repartían por la pista, como un comando guerrillero que busca la mejor posición. El juego de la conquista requiere estrategia. Ellas se dejaban caer suavemente entre la bruma alcohólica, y ellos reprimían risas gastadas, mil veces estrenadas en fines de semana de obligada diversión.
Me distrae mirar. Pasé el tiempo entre tragos, recostado en la barra con la seguridad que otorga una posición dominante. No soporto las mesas, te hunden en la miseria de la oscuridad y todo el mundo, especialmente ellos, te restriegan el culo por la nariz. Muy feo.
Jack se hizo conmigo al tercer vaso. Hice un par de fotos con mi cámara de bolsillo y reconocí el sonido de Claude Challé.
No estaba mal el ambiente, pero me sentía algo cansado y, además, lo mío no es la caza con luces de colores.
Alguien toco mi brazo y giré la mirada, distraído. Taluna pedía fuego desde la cima de sus dos metros de energía vital, mirándome fijamente desde arriba, como el tigre que afila sus colmillos antes de dar el bocado. Al levantar mi mano con el Zippo encendido, agarró la muñeca y fijo el cigarro en la llama, aspirando sin esfuerzo, dejando que el fuego jugueteara un momento con los reflejos de la pintura de sus labios.

Una semana más tarde le hice unas fotos en mi estudio. Ésta es una de ellas: un golpe de zomm que acentúa el Candomblé de sus rasgos; una visión oscura y onírica...
Publicaré más.


Música de Miles Davis. "Tutu"
http://www.youtube.com/watch?v=Jeq7zX5FBOw&feature=related

viernes, 20 de mayo de 2011

Mabel. 1983.


Fue ayer. Aún viven en los ancestros de la memoria la familia descompuesta, la provisionalidad y la incertidumbre. En cualquier caso, nunca el miedo. Éramos más que jóvenes. Éramos valientes y comprometidos, locos de atar que no aspiraban más que a vivir con intensidad el momento. El futuro nos parecía tan lejano.
La felicidad era casi siempre la norma, y el llanto una mancha de aceite en la camisa, persistente hasta el próximo lavado. Querida amiga, espero que estés bien.

lunes, 16 de mayo de 2011

Anton Corbijn

Fotógrafo, realizador de vídeos musicales, responsable de la imagen de algunos grupos musicales. Director de la película  "Control" (2007). 


                                       Elvis Costello


                                      David Bowie


                                      The Slits


                                       Nick Cave


                                       Captain Beefheart


                                       Peter Gabriel


                                       Joy Division


                                      Tom Waits


                                       Sinead O'Connor


                                       Nick Cave


                                       Henry Rollins


                                       Iggy Pop


                                       Mick Jagger


                                      Dave Gahan (Depeche Mode)


                                       Clint Eastwood


                                       Leonard Cohen

lunes, 2 de mayo de 2011

Mi guerra (Relatos de Chester)

    © Guillermo Asián

La carretera estaba llena de nieve y me costó llegar hasta el hotel. En el asfalto agonizaba un camión de seis ejes con las ruedas mirando al cielo, y una tela dorada escondía de las miradas morbosas la cara del desastre. Estoy trabajando unos días en la costa, el frío no ha podido detenerme.
Estar alojado en el Maruba es lo de siempre: humedad en las paredes y la fija mirada de una araña tranquila, agazapada en el rincón más oscuro de un techo plagado de historias de cama.
Cierro los ojos y siento vibrar en mi cara el movimiento natural del trasero de Taluna. No puedo olvidar su piel caribeña ni su descaro al dedicarme miradas desafiantes. La echo de menos.
Comienza a anochecer entre nubes, creo que pasearé un rato. En realidad la habitación no está mal para un tipo como yo, pero el moho de la pared invita a la reflexión y no puedo permitirme meditar demasiado. Es mejor no pensar o terminaré subiendo a un edificio con un rifle de mira telescópica. Lo sentiría después, siempre me arrepiento de mis salidas de tono. Debería sensibilizarme más y retomar mi carácter contracultural. ¡Bah!, nadie me pagará por eso. Es más, la envidia latente me tacharía de snob y tendría que volver a la violencia de mis veinte. Ya no tengo edad para eso.
Prefiero correr detrás de culos puntiagudos y ser un redomado cabrón, pero pasar desapercibido. Todo eso es muy contradictorio, tendré que anotarlo y pensar sobre ello.
.
Al final de la playa hay un hombre pequeño vestido de gris, oteando la línea oculta donde mar y cielo se unen. Avanzo hacia él sin dejarme ver y tomo asiento en unas sillas de plástico abandonadas a su suerte. No me apetece oler la fritura ácida que desprende el restaurante barato de mi alojamiento. Aquí afuera el aire se deja respirar. Lleno mis pulmones poco a poco, adsorbiendo un par de olas y una nube. Por un momento creo ser feliz. En invierno se respira la calma, sólo quedan algunos vestigios del tórrido verano: frascos de crema solar y condones repletos de esperma seco. Cuánta vida desperdiciada por el placer vacuo de unos instantes dedicados a la lujuria, diría monseñor Sarcasmo. No me extraña que algunos radicales intentaran darle pasaporte.

¡Coño, una botella rota de White Label! Levante es único. El hombre se acerca hasta el borde del agua. Mira con tristeza el suelo y se tambalea levemente. Parece borracho. Observo con detenimiento y descubro que sostiene algo en su mano derecha. Me inquieta esta historia, es posible que esté pensando en descerrajarse en la sien un cargador y ser pasto de gaviotas carroñeras. No me gustan los dramas, y menos si soy testigo directo. El tipo se mete en el agua hasta las rodillas y se queda ahí, parado, con la cabeza gacha. Creo que llamaré con mi teléfono a la policía, pero seguro que no habrá cobertura. ¿Lo ves? No hay cobertura.

El hombrecillo ha tirado el objeto lejos de sí en un lanzamiento brusco que lo ha desestabilizado y le ha hecho caer. Parecía un revolver, estoy casi seguro... Aunque, ¡quién coño ve algo claro con esta luz! Se levanta empapado y se tambalea de lado a lado, hasta inmovilizarse de pie como un poste. Me acerco despacio tras él y le vigilo, aunque no sé qué hacer. La idea de mojarme arrastrando al tipo fuera del agua no me seduce. Creo que está llorando. Y ahora me apetece mear. Le oigo mejor, desconsolado. Miro a los lados y no veo a nadie, está anocheciendo y empieza a hacer mucho frío. Vaya situación, si lo sé no salgo de la habitación. Seguro que la araña tenía mejores planes. Al fin y al cabo, quién soy yo para cambiar el destino de nadie.
-Eh, amigo, ¿necesita ayuda?.-
Me parece mentira haber soltado una frase tan gilipollas. El tipo se desploma en el agua. Mierda, al final tendré que empaparme.
-¡Eh, oiga!-. ¿Qué cojones hago?
Avanzo hacia el bulto que se hunde sin remisión. Siento un frío atenazante en las piernas. No me gustan los baños de mar, prefiero las piscinas, al menos tienen bares cercanos.
El tipo intenta resistirse, pero es una cuba flotante y me hago con él arrastrándolo hasta la orilla. Allí fuera lo dejo sobre la arena, vomitando. Joder, estoy calado hasta los huesos y creo que voy a mearme encima si no vacío pronto la vejiga.
- Señor, debería acudir a un médico, la hipotermia no es una buena amiga.-
Al menos el paquete de Marlboro no se ha mojado, es un alivio poder aspirar esta droga deliciosa.
Razonar con un borracho es de idiotas. Suerte, una patrulla de la policía local avanza por el paseo marítimo y les hago gestos de mono con los brazos. Se acercan interesados y les explico:
- Lleva un rato paseando por el agua, creo que no alberga buenas intenciones para sí mismo.-
Los policías agradecen mi gesto y avisan a una ambulancia. Comienza a llover. Hace un tiempo de perros. Colina arriba se amontonan apartamentos vacíos. Esta parte de la costa parece terreno bombardeado, plagado de pintura resquebrajada y hierro oxidado. Resultaría triste ser pasto de los peces en este lugar perdido. Imagino que tampoco será gracioso en el Amazonas.
Camino hacia el hotel para secarme y meter algo caliente en el cuerpo. He comprado una botella de Four Roses en el bar del Seven-Eleven para no sentirme solo.

Me pregunto qué oscura historia escondía la mente del hombrecillo gris. Es igual, creo que delimito mejor mis pensamientos mientras orino. No es raro perder las ganas de vivir cuando los días transcurren negros en este invierno inacabable. Echaré un trago, llamaré a Taluna y dormiré sin calor después de masturbarme.
Tanta lejanía no es buena. Añoro el calor de sus manos.

El futuro ya está aquí


Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del computador, su futuro y el de sus hijos. Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro. Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un máster en Tokio, o al revés, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo.
Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo. Porque siempre ganan ellos, cuando ganan; y nunca pierden ellos, cuando pierden. No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tienen que ver con la economía productiva. Alzan castillosde naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los
poderosos de la Tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro.
Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder. El riesgo es mínimo. Los avalan premios Nóbel de Economía, periodistas financieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia.
Y entonces el presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capitoste del banco latinoamericano, y el consorcio euroasiático, y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la aventura, meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados.
Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por ciento no se encuentran todos los días. Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja.
Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad.
Y entonces todo el tinglado se va a tomar por el saco. Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces, ¡oh, prodigio!, mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no. Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos pijolandios que juegan con la economía internacional como si jugaran al Monopoly, recaendirectamente sobre las espaldas de todos nosotros. Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos, y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia y con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda. Y esa solidaridad, imprescindible para
salvar la estabilidad mundial, la paga con su pellejo, con sus ahorros, y a veces con su puesto de trabajo, Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del
mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.
Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas quejuegan a la ruleta rusa en cabeza ajena.
Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza.

(Arturo Pérez-Reverte. Publicado en ‘El Semanal’ el 15 de noviembre de 1998, y que ahora, trece años después, parece una visión de Nostradamus).