miércoles, 6 de marzo de 2013

Y su sombra... 05-03-2013

                      © Guillermo Asián


Neruda y la mujer.
En la obra de Neruda la mujer es una protagonista esencial. Es la fuente y la depositaria de sus pasiones y es la compañera en sus luchas ideológicas. Así lo plasma en el libro Los Versos Del Capitán. Y más adelante, cuando el poeta había entrado en su etapa posmoderna, en el libro La Espada Encendida concibe, en el final de la Historia, la salvación de la especie humana a través de la unión corporal y espiritual del último sobreviviente de la catástrofe terrestre y de la mujer escapada de la ciudad de los Césares. Es decir, dentro y fuera de la Historia, la mujer es una fuerza activa, íntegra, imprescindible.

Volodía Teitelboim, amigo del poeta y uno de sus biógrafos, sostiene: "Al menos entre los poetas contemporáneos en lengua castellana, es el enamorado por antonomasia. Nadie tocó, nadie por escrito se dejó llevar por el amor con tantas ganas, con tanta delicadeza y desvergüenza, con tanta diversidad y obstinación, de principio a fin, de cabeza a pies. El amor le sacudía las entrañas, pasándole siempre su corriente por el alma. Amó a unas cuantas, por no decir muchas. A todas las quiso con una sinceridad que no significa garantía, monopolio ni sinónimo de eternidad. Fue un memorión de sus pasiones. Nutrió con ellas páginas y páginas. A menudo volvió a contarlas, a cantarlas, a revivirlas".

Y continúa Teitelboim: "En esencia, no le interesa la mujer objeto. Le atrae en ella todo lo que es su personalidad completa. La mujer pone la fascinación, el encantamiento. El pondrá lo demás. Sentará en el trono a la plebeya y convertirá a la fea o a la inadvertida en la más hermosa e importante. Hará de la callada la elocuencia sin palabras, porque la palabra mágica la dirá el poeta tocado por la gracia".

En cambio, en los cuentos de Borges la presencia femenina es mínima y desconcertante. Algunos personajes (como la pelirroja del cuento El Muerto Y La Lujanera De Hombre De La Esquina Rosada) son mujeres que carecen de individualidad, dóciles al hombre que se impone en la pelea o da muestras de mayor coraje. Cada una es un objeto transferible, trofeo al que dirige sus derechos quien se impone en una contienda.

Jorge Carrasco

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