Los pictorialistas no querían captar la realidad sin más, sino que querían crear  una forma estética. Prácticamente era más importante el positivado que la propia toma de la foto, pues era en éste donde pensaban que residía toda la labor creadora. Así, por ejemplo, en 1899 Robert Demachy,  pintor de la alta sociedad del siglo XIX y principios del siglo XX, decía que una fotografía es artística no sólo cuando la composición y la iluminación son correctas, sino también cuando su tonalidad y textura son adecuadas y satisfacen “al ojo del artista”.

“Meditación (variación)” (1904-1905)
Joan Vilatobà i Fígols fue un fotógrafo catalán nacido en Sabadell, considerado una de las principales figuras del pictorialismo español. En 1919 realizó una exposición en el Círculo de Bellas Artes de Madrid y el año siguiente en las Galerías Layetanas de Barcelona defendiendo la fotografía como arte mediante el uso de las técnicas pictorialistas. Sobre esto también escribió un artículo en la revista barcelonesa de fotografía Lux, que se mantuvo abierta entre 1915 y 1922. En 1931 dejó la fotografía para dedicarse a dar clases de dibujo en la Escuela Industrial de Sabadell y su obra quedó olvidada, volviéndose a descubrir en la década de los ochenta. Actualmente parte de su obra se encuentra en las colecciones permanentes del MNAC de Barcelona y en el Museo de Arte de Sabadell.
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En el trabajo de Vilatobà se nota la influencia de la pintura, pero a la vez sus obras desprenden matices técnicos propiamente fotográficos que la pintura no hubiese podido permitir, y los aprovechó como parte de un lenguaje propio. Utilizó los juegos de profundidad de campo propios de las lentes de su tiempo, llamadas “objetivos de artista”, mostrando zonas enfocadas y desenfocadas en la misma escena aportando una especial creatividad a la imagen. Además, Vilatobà trabajaba con 
procedimientos propios de los pictorialistas, como la técnica de las “impresiones nobles”, que permitían más durabilidad en las fotos. Por ejemplo, la impresión al carbón, procedimiento por el cual se sumergía el papel en una solución coloidal de dicromato de potasio, con carbón, gelatina y colorante para conseguir que fuera sensible a la luz; la goma bicromatada, que permitía añadir pinceladas o pigmentos de diferentes colores; o el bromóleo, que blanqueaba las copias de bromuro de plata facilitando impregnarlas después con pigmentos al óleo.

                                              “En qué lugar del cielo te encontraré?” (1903-1905)

“Sin título” (1903-1905)
La calidad de los trabajos del fotógrafo catalán, sobre todo en los retratos, merece la atención del espectador. La actitud de los sujetos, incluso sin girar el rostro a cámara, es intensa. Incluso cuando las poses son más teatrales, no son exageradas. La oportuna utilización de la profundidad de campo y la luz resaltan su dominio, dando como resultado verdaderas obras maestras. En la exposición que realizó con su obra el Museo del Romanticismo de Madrid, con motivo de PhotoEspaña 2014, se pudo constatar la gran calidad de sus trabajos.

                                                               “Sin título” (1903-1904)