Un poema de J.L. Borges dedicado a todos aquellos a quienes les gusta la poesía y navegar. Pero con dedicatoria especial para los navegantes que tienen el privilegio de disfrutar de las abruptas costas de la verde Itaca.
© Guillermo Asián
Arte poética
Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río;
saber que nos perdemos en el río
y que los rostros pasan como el agua.
Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne, es esa muerte
de cada noche que se llama sueño.
Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo
ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.
A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.
Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
lloró de amor al divisar su Itaca
verde y humilde. El arte es esa Itaca
de verde eternidad, no de prodigios.
también es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable.
J.L.Borges
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