Fui hasta el final del pasillo, hasta el rellano de la escalera de incendios, y allí lo solté todo, llorando e incapaz de contenerme porque Dios era un asesino sin escrúpulos, un animal despreciable, es lo que era por haberle hecho aquello a aquella mujer. Baja de los cielos, Señor, baja y te reventaré la cara contra el área municipal de Los Angeles, cínico sin perdón. De no ser por ti, esta mujer no sufriría tamaña deformidad, ni el mundo tampoco, y de no ser por ti habría podido joderme a Camila López en la playa. ¡Pero no! Te gusta gastar bromas; mira lo que le has hecho a esta mujer, y al amor de Arturo Bandini por Camila López. En aquel punto, mi tragedia me pareció más negra que la de la mujer y me olvidé de ella.
John Fante.
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