A veces converso con calma, y unos vasos llenos de verano, en compañía de un buen amigo aficionado a la tertulia. Hace unos días hablábamos de la tendencia de algunos artistas al abandono, cuando en pleno proceso creativo rechazan buenas ideas si constatan que otros están trabajando en procesos similares. Muchos aseguran que las ideas mueren prematuramente si se guardan en el cajón de los proyectos; incluso aventuran de manera derrotista que “muy probablemente ya esté alguien trabajando en algo similar...” Y lo dejan.
En mi opinión es un error monumental.
El proceso de ensamblaje de las ideas
es el trabajo más gratificante que conozco. Aún sin conocer el resultado, el
camino se hace especialmente grato cuando la improvisación nos brinda nuevas
posibilidades.
En fotografía controlada suelo mover todos los
puntos de luz de una escena y construir nuevos esquemas de iluminación, sólo
por experimentar. Por ejemplo en el estudio, después de situar una
ventana para captar la escena con luz difusa y posicionar un fresnel como
luz de recorte, altero el proceso añadiendo un par de fuentes de
tungsteno practicando una exposición algo más larga, desconectando
paralelamente las luces de modelado de los flashes. Los resultados, como sabéis, son
espectaculares.
En blanco y negro no sigo el mismo
sistema de trabajo. Me gusta el contraste propio del cine expresionista alemán,
acentuado en los años setenta y ochenta del siglo XX con la utilización de
películas como el TX de Kodak, sobre todo en los forzados más extremos. La influencia
del cine en mi trabajo es muy alta, en ocasiones muy por encima de los maestros pictorialistas e incluso de los grandes de la fotografía de la segunda mitad del siglo XX, a
los que respeto enormemente.
Filmes como “La ley del silencio” o
“Pánico en las calles”, que gracias a los procesos de revelado de la época
proporcionaban zonas amplias de umbría, me fascinan.
Las fotos que realizo desde hace un par de décadas son el resultado de cruzar los
grises de “Metrópolis”, de Fritz Lang, y los del “Gabinete del Dr. Caligari”, de Robert
Wiene.
Mi apreciada contertulia en Facebook, Elvira, define estas imágenes como "terroríficas y tripantes", pero cinematográficas. Es una manera perfecta de definirlo. A mí me vale. Me gusta. El resultado cada vez me emociona más, por mucho que parezca una vuelta al mundo de Ortiz Echagüe o a las sombras de Eugene Smith.
Eso es precisamente lo que me apasiona del proceso: la impresión por medios no destructivos de un original muy contrastado pero con grises en zonas altas, prácticamente acabado en la toma.
Mi apreciada contertulia en Facebook, Elvira, define estas imágenes como "terroríficas y tripantes", pero cinematográficas. Es una manera perfecta de definirlo. A mí me vale. Me gusta. El resultado cada vez me emociona más, por mucho que parezca una vuelta al mundo de Ortiz Echagüe o a las sombras de Eugene Smith.
Eso es precisamente lo que me apasiona del proceso: la impresión por medios no destructivos de un original muy contrastado pero con grises en zonas altas, prácticamente acabado en la toma.
He visto varias veces “La Notte”, “Baby Doll”, o las más modernas “Rumble Fish” y “Tetro”, de Coppola. Cualquiera de esas películas explora el contraste en una gama similar. Es una forma prodigiosa de conseguir emociones a través del claroscuro barroco, ocupando con la ausencia de "candelas" un terreno más allá de lo perceptible.
Por eso le comentaba a mi amigo,
mientras brindábamos de nuevo, que despreciar una idea que ya ha sido
investigada, elaborada, o en proceso de construcción, ya no es excusa para abandonarla. Es
probable que muchos creativos estén ahora trabajando en proyectos similares y
que los resultados se parezcan bastante; es algo que vemos a menudo en las
páginas de internet, en publicidad, en galerías de arte... Pero de igual forma,
de tanto en tanto, aparecen gloriosas sorpresas que no son sino la elaboración
propia de un proceso, resultado de la observación y del
trabajo continuado. Creo más en la
voluntad que en la genialidad.
Fotos © Guillermo Asián.
Afrontar proyectos digitales en blanco y
negro, obteniendo resultados propios del cine más dramático, es posible. Eso
sí, los procesos se complican en imprenta, pero esto no debe detener al fotógrafo
entusiasta que elabora más del 75% de su producción con intención de exponer sus fotos en internet o en papel impreso. La calibración de monitores,
enfocada al copiaje injek, ha evolucionado mucho y es enormemente sencilla. Por eso, hoy más que nunca, la emoción
y la pasión están servidas a partir de una instantánea por pequeña que sea.
Sonrían... O mejor pongan esa mueca que inmortalizó a Max Schreck en Nosferatu.
¡Click!
© Guillermo Asián.
The Cabinet of Dr. Caligari. 1920
Nosferatu. 1922
Rumble Fish.1983
Tetro. 2009
¡Click!
© Guillermo Asián.
The Cabinet of Dr. Caligari. 1920
Nosferatu. 1922
Rumble Fish.1983
Tetro. 2009
Totalmente de acuerdo contigo en tu forma de asimilar y abordar tu proceso creativo sin que nada se interponga, incluso que se haya hecho antes, que poco tiene que ver con que se haga de otra forma, la tuya.
ResponderEliminarPor ahora tu trabajo me encanta...
...y la gratificación que se siente mientras se está "transitando" una idea.....una gozada; independiente del final.
ResponderEliminarRamón