domingo, 16 de agosto de 2015

El ojo del fotógrafo.

     © Guillermo Asián.

     
     "El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas; es ojo porque te ve."
Antonio Machado

Hace unos meses Editorial Blume reeditó un libro que ya se convirtió en su primera edición, allá por el año 2007, en una obra imprescindible sobre la composición fotográfica. El libro del que hablo es  El ojo del fotógrafode Michael Freeman.

Me comentan en Blume que es, de momento, un libro que a día de hoy no ha sido superado en ventas. Sin embargo, esta obra continúa de plena actualidad porque los principios sobre los que trata son fundamentales y se relacionan directamente con la esencia misma de la fotografía.
Es posible que si Michael Freeman no hubiera escrito otro libro como éste, "El ojo del fotógrafo" le otorgase quizás el privilegio de ser considerado como uno de los expertos más importantes del mundo en fotografía teórica. Además de ser un buen fotógrafo, Freeman atesora un extenso catálogo de obras donde reflexiona sobre las distintas orientaciones fotográficas, expresando en profundidad y con el mayor fundamento posible sobre los aspectos técnicos, y sobre otros que sobrepasan la mera praxis. En todos estos libros revalida continuamente su palmarés como fotógrafo técnico y teórico.
En el caso del libro que nos ocupa, "El ojo del fotógrafo "es una visión personal de Freeman sobre la forma de mirar, y no tanto sobre la técnica aplicada. Es un libro que habla de la “construcción", y  de la composición de las imágenes, donde Freeman apunta que “es importante aplicar el diseño fotográfico en un acto permanente de investigación, con una actitud mental abierta”, no dando demasiada importancia a las reglas académicas.
Naturalmente, es muy sencillo escribir estas palabras que nos traslada Freeman, pero más complicado es el aplicar este consejo. En este libro, el fotógrafo tiene amplia información para reflexionar sobre los principios de la composición fotográfica, siendo un estímulo positivo para la reflexión y la investigación, donde el todo forma parte de una actitud mental que con el tiempo servirá para mejorar la composición.  
El libro está dividido en  seis capítulos. Los cuatro primeros despliegan una batería de estrategias para mejorar el encuadre y establecer unas bases sólidas que contribuyan al buen diseño de una imagen, en base a los principios básicos del equilibrio, el contraste, el ritmo y los distintos elementos que conforman la misma, pasando a hablar del color y de la luz como elementos fundamentales en la composición.                                                                                                                                             
En los capítulos restantes se insta al fotógrafo a considerar la intención y los propósitos que puede aportar a sus imágenes al componerlas, expresando con ellas ambigüedad, expresividad, complejidad, simpleza, etc…
El proceso de la toma se torna importante en los últimos capítulos, centrándose en la práctica que distingue al fotógrafo experto del que se inicia en la disciplina fotográfica. Aquí el autor habla de la “caza” fotográfica, y del momento casi instintivo que lleva al fotógrafo a apretar el disparador, buscando puntos de vista estimulantes que encierren en un instante fugaz los  diferentes conocimientos e intenciones.  Freeman comenta que todo ello puede ser conducido, mediante la educación, la contemplación, el estudio y el análisis, al explorar las distintas posibilidades que se plantean en el momento de captar una escena. 
Al no redundar en la parte técnica, la abundancia gráfica del libro, que muestra multitud de imágenes, permiten observar la manera en la que Freeman se enfrenta a la toma de fotografías, mostrando variables, cambios de encuadre y perspectivas, etc, cuestiones todas ellas de vital importancia que constituyen una enseñanza vital.
No es un libro de trucos, ni parece apropiado para quien busca soluciones rápidas y consejos sobre cambios de diafragma, profundidad de campo, velocidad, sensibilidad ISO, etc.  Es un texto indicado para todos aquellos y aquellas que quieren abordar y experimentar la dinámica de la imagen con un punto de vista adicional, que incremente y complemente sus conocimientos sobre la materia. No es un texto con academicismos ni pretende ser el paradigma de la técnica. En sus páginas encontrará el lector  una práctica fácilmente entendible gracias al gran soporte gráfico que proporciona su contenido.                                                                                                                                                   


 EODF
                                                                                                                 






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