© Guillermo Asián
Un fama descubrió que la virtud era un microbio redondo y lleno de patas. Instantáneamente dio a beber una gran cucharada de virtud a su suegra. El resultado fue horrible: esta señora renunció a sus comentarios mordaces, fundó un club para la protección de alpinistas extraviados, y en menos de dos meses se condujo de manera tan ejemplar que los defectos de su hija, hasta entonces inadvertidos, pasaron a primer plano con gran sobresalto y estupefacción del fama. No le quedó más remedio que dar una cucharada de virtud a su mujer, la cual lo abandonó esa misma noche por encontrarlo grosero, insignificante, y en un todo diferente de los arquetipos morales que flotaban rutilando ante sus ojos. El fama lo pensó largamente, y al final se tomó un frasco de virtud. Pero lo mismo sigue viviendo solo y triste. Cuando se cruza en la calle con su suegra o su mujer, ambos se saludan respetuosamente y desde lejos. No se atreven ni siquiera a hablarse, tanta es su respectiva perfección y el miedo que tienen de contaminarse.
"La cucharada estrecha". Julio Cortazar.
Oooooooooohhhhhh non me aclaro cos comentarios
ResponderEliminarEscribin un comentario e quedou borrado
Nada é perfecto
É a busca,ela o busca
Cada un é coma é
e a vaquiña polo que vale
como din na miña terra
soio queda namorarse
sen esperar nada a cambio.Xexxxxxxxe
Menuda pareja... y menudo texto...
ResponderEliminar"La cuchara estrecha" es para mí el fiel retrato de Eva en toda su desnudez y todo su esplendor.
Sigo tu blog a partir de hoy.
Gracias por traer aires de Galicia ;-)
ResponderEliminarCortazar parece atrapar las palabras al vuelo, y al liberarlas se ordenan de la forma más conveniente para el que las lee. A mí me impresiona siempre. Gracias por el comentario, Victim
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