miércoles, 8 de junio de 2011
Si yo fuera presidente
No lo pensaría mucho: si fuera presidente le dejaría el puesto a Tola, que llevado por el romanticismo y la ironía volvería del cielo, o del infierno, a abrir bares hasta las siete de la mañana del día siguiente al siguiente, y a cerrar la cárcel en un mundo sin violencia ni ganas de ejercer.
Conocí a Fernando García Tola en esos años en los que el periodismo en España despuntaba con mujeres y hombres inteligentes, creativos, estudiosos, rebeldes... Intelectuales sin pretensiones de serlo y buena gente de mal vivir, que soñaba inventar un nuevo periodismo en un país donde las comunicaciones aún no dejaban especular al paso acelerado de hoy. Dejó alto el listón a sus sucesores, algunos de ellos gerifaltes de periódicos de gran tirada, pero también miserables vendidos a la banca, envueltos en fundas de verborrea política y "la pela" como sagrado bien por atesorar. Gente así, como Tola, van quedando cada vez menos. Arriesgados y sinceros, pensadores de toque libertario y cierto aire antiprogresista que, quizás con el tiempo y la edad, se achican un poco y "trascienden" al individualismo democrático. Expuesto a la crítica mordaz dirigió televisión, escribió libros y artículos, pinto cuadros y los vendió, e incluso intentó hacer pinitos como empresario de altos vuelos. Era controvertido y hasta lo acusaron de "rojo"... que barbaridad. En fin, como ejemplo citaré a la conferencia episcopal, que intentó enmendarle la plana y presionó lo que pudo, y más, para que suspendieran sus programas más agresivos.
Engordó soberanamente antes de morir, allá por 2003, año en el que nos dejó con cierto regustillo amargo a los que admiramos su discurso frontal contra la mentira social y la represión mediática. Si uno escucha ahora las críticas que vertía en su programa "Si yo fuera presidente", valientes para aquel tiempo, parecen pastelillos de nata al lado de las guindillas corrosivas que lanzan los nuevos líderes de audiencia, como El Gran Wyoming.
Aún quedan algunos, pero envejecen y dejan huecos en el suelo de los vivos, donde encontramos la soledad de la irresoluble falta de talento que llena cada día el sótano de nuestra tristeza.
Levanto mi copa por él.
¡Salud!
Vídeo: Si yo fuera presidente
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Conocí a Fernando de manera especial ya que vivía próximo a mi domicilio anterior de la calle Francisco Silvela de Madrid. En muchas ocasiones sostuvimos animados diálogos en El Rescoldo compartiendo un par de vermuts. En sus últimos tiempos, su repentina pérdida de peso fue llamativa pero nunca pensé que aquello fuera el preludio de su muerte.
ResponderEliminarEra un ser muy conversativo, por lo menos conmigo, y tenía todas las trazas de ir muy por delante del coeficiente intelectual general (algo que, dicho sea de paso, tampoco resultaba tan difícil en el entorno geográfico aludido).
Recuerdo que una mañana comenzó a llover y se tiró más de una hora adelantando acontecimientos que, ahora mismo, parecen confirmar su elevado sentido de predecir el futuro social y político de España.
Un tipo francamente inolvidable, la verdad.
Leiter, gracias por el comentario. Como alguien decía hace poco, "parece que le olvidaron pronto", y no sé bien porqué...
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